miércoles, 5 de noviembre de 2008

LA TELEVISIÓN: UNA CAJA CON DOS CARAS


Los niños de hoy en día se pasan mucho tiempo sentados delante del televisor, un promedio de tres o cuatro horas diarias. Esto es un exceso si se tiene en cuenta que este rato lo restan a estar haciendo los deberes, estar jugando con los amigos o conviviendo con la familia.

La comunidad educativa achaca a la televisión gran parte del fracaso escolar. Pero no sólo eso, sino que la televisión se convierte en una ventana que puede ocasionar en los niños y niñas conductas inapropiadas, conversaciones incorrectas y realidades alejadas a la de los mayores. Es labor de los padres ejercer un control sobre esto.

¿De qué manera? Es sencillo. Los padres y madres deben siempre hacer entender a sus hijos que la televisión se puede ver siempre y cuando hayan acabado la tarea del colegio. Esta es una condición básica para que además entiendan cuál es la prioridad. Luego es interesante limitar la cantidad de horas que se puede pasar delante del televisor. Por ejemplo, se puede acordar que serán siete horas a la semana y que debe escoger cómo repartirlas.

Los adultos también tienen la responsabilidad de saber qué tipo de programas y dibujos ven sus hijos. Por eso, es conveniente que se sienten con ellos y escojan los programas que sean apropiados para su edad. Resulta sorprendente oír hablar a niños de colegio sobre la expulsión de Gran Hermano, ya que no se trata de un contenido apto para ellos ni su hora de emisión es apropiada para el público infantil.

La televisión lleva a problemas derivados, como el sobrepeso, ya que los niños consumen anuncios de bollería o comida poco sana, y porque además se quedan sentados en vez de practicar deporte. Otra mala costumbre es la de ver la televisión mientras se come, puesto que se anula la conversación familiar.



Pero no hay que ser apocalíptico porque en nuestra televisión hay algunos buenos programas educativos. Y es que la televisión, queramos o no, tiene una gran capacidad para educar. Programas como Art Attack, El conciertazo o Nada por aquí activan el interés y la creatividad de los más pequeños de la casa o les animan a aprender música. Si bien la televisión puede tener efectos nocivos sobre el aprendizaje de los niños, también puede ser un complemento educativo.

El Observatorio Europeo de la Televisión Infantil (O.E.T.I.) hace diez años que trabaja para lograr que este medio sea un instrumento educativo. El principal objetivo de esta asociación sin ánimo de lucro es que la llamada caja tonta pueda convertirse en una caja lista que programa contenidos de interés con los que pequeños y adultos puedan aprender y entretenerse.


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